El reciente artículo publicado por Vatican News ha encendido una vez más el debate sobre la migración, la frontera y la identidad nacional de la República Dominicana. Frente a esto, el Instituto Duartiano ha respondido con firmeza, no solo para aclarar lo que considera afirmaciones injustas, sino para hacer un llamado al Estado dominicano a tomar la ofensiva diplomática.
La historia nos enseña que los silencios también comunican. Y en esta era de narrativa global, el que no habla, el que no explica, termina siendo explicado por otros. Por eso, la propuesta del Instituto Duartiano de desplegar una estrategia diplomática internacional no es solo oportuna, sino urgente. Se trata de defender la verdad de un país que ha demostrado, una y otra vez, su voluntad de ayudar al pueblo haitiano, aún a costa de su propia estabilidad.
Pero la diplomacia no debe ir sola. En el simposio “Situación de crisis de Haití y su implicación para la República Dominicana”, organizado por el Instituto Duartiano, se propició un espacio de diálogo necesario. Allí, entre expertos, se discutieron temas clave: defensa de la frontera, soberanía territorial y la construcción de un enfoque trinitario para el desarrollo nacional basado en unidad, trabajo y progreso.
En paralelo, voces como las de la Iglesia Católica y agencias internacionales de derechos humanos presionan por políticas más inclusivas. Este contraste de visiones no debe dividirnos, sino empujarnos a una discusión honesta, centrada en el respeto mutuo y el reconocimiento de nuestras capacidades y límites.
El verdadero desafío para la República Dominicana no es solo defender su frontera física, sino su frontera moral en el debate internacional. Para ello, necesita voz propia, información clara y una narrativa basada en hechos. Y sobre todo, necesita unidad interna, para que el discurso que se proyecte fuera tenga raíz en el consenso nacional.
