La Conferencia Internacional de Solidaridad con Venezuela, auspiciada por la UE, la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones, ha terminado este martes con 120 millones de euros más comprometidos para paliar las consecuencias del éxodo. «Es un esfuerzo notable», ha destacado la jefa de la diplomacia comunitaria, Federica Mogherini.
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El dinero será para que los países que han recibido a los 4,5 millones de venezolanos que han dejado su país, puedan hacer frente a la inmigración ya que esto servirá de paliativo. La mayoría ha buscado refugio en Estados de la región como Colombia (1,4 millones), Perú (860.000), Chile (371.000), Ecuador (330.000) y Brasil (212.000). En algunas de sus ciudades, los servicios médicos, educativos y humanitarios han absorbido el shock a duras penas.
Las previsiones futuras no son mucho mejores. El enviado especial de la ONU, el guatemalteco Eduardo Stein, estima que en 2020 el número de venezolanos desplazados podría superar los 5,6 millones de Siria y elevarse hasta los 6,5 millones. El equivalente a toda la población de Paraguay en un país que ronda los 30 millones de habitantes.
La UE ve el encuentro de estos dos últimos días en Bruselas como un impulso para poner el foco en Venezuela y no repetir errores del pasado. «Como europeos lo sabemos muy bien. Si hubiéramos invertido un poco para apoyar la crisis de los refugiados sirios u otras crisis de migrantes al principio del proceso, no solo habríamos salvado vidas, sino que habríamos ahorrado dinero», lamentó la Alta Representante de Política Exterior de la UE.
Bruselas teme la desestabilización de un destino de inversiones europeas como Latinoamérica o que se derive una parte de la emigración al Viejo continente en un momento en que las fuerzas de extrema derecha tratan de mantener el tema en el epicentro del tablero político para rentabilizarlo electoralmente.