La CELAC, fundada a instancias del fallecido ex-presidente venezolano Hugo Chávez y otros gobernantes de la izquierda progresista Latinoamericana, avanza con sus altas y bajas y se encuentra en estos momentos en un punto en que debe reflejar una férrea voluntad de impulsar un nuevo regionalismo que consolide una verdadera integración de los pueblos de América latina.
La OEA y la CELAC verdaderamente representan dos caminos diferentes y dos visiones contrapuestas de hacia dónde debe ir una región, que ha tenido que soportar en gran medida la intromisión en sus asuntos internos, abusivas intervenciones militares, crueles y despiadadas dictaduras, groseras violaciones a los derechos humanos y altísimas condiciones de pobreza, marginación y exclusión.
En una época en la que se han fortalecido los movimientos sociales y el tema ha vuelto a ser importante, en que el movimiento indígena tras siglos de marginación se ha constituido en un influyente movimiento político y el surgimiento de nuevos gobiernos progresistas en la región, hacen necesario una organización diferente a la tradicional OEA, que este a la altura de la nueva situación que se presenta en la zona.
Una organización como la CELAC que con una visión clara del pluralismo y la diversidad política e ideológica, mediante iniciativas que ayuden a construir y fortalecer estructuras, creando confianza en el desarrollo regional propio, que rompa con los monopolios mediáticos y con las tradicionales elites conservadoras, podrá dar respuestas adecuadas para sacar a América latina de su crisis actual.
Todo esto será posible cuando los pueblos latinoamericanos se den cuenta del potencial de su gente y de su región y de como con su unidad e integración, lograran la fuerza necesaria para insertarse y negociar en mejores condiciones con las naciones poderosas que hoy tratan de dirigir al mundo, lo que ayudaría en la lucha contra la pobreza, la desigualdad y la exclusión social.
La historia de América Latina en medio del reacomodo geopolítico global, la crisis por la subida en los precios de los alimentos, combustibles y fertilizantes, la inflación mundial y las condiciones internas de cada país, demandan de organismos internacionales que expresen los sentimientos de los pueblos de la región, de modo que se puedan enfrentar con éxito los retos y desafíos del presente.
OEA y CELAC dos caminos diferentes que conducen a lugares distintos, una OEA con una historia de fracasos y una CELAC emergente, con una visión de la unidad en la diversidad de América Latina, como muy bien lo dijo el papa Francisco,’’ El sueño de San Martín y Bolívar es una profecía, ese encuentro de todo el pueblo latinoamericano más allá de la ideología. Esto es lo que hay que trabajar para lograr la unidad latinoamericana”.