Por Ramón Narpier
“Nuestro papel en el “infierno social”, sería el de devolver a la utopía sus caracteres plenamente humanos y espirituales”. Pedro Henríquez Ureña
Perdón por mi presencia en medio de la noche. ¡Lo pensé tanto…ǃ Para arrimar mi voz a su morada asumo al prócer Rubén Darío cuando le dijo a Roosevelt: ¡Es con voz de la Biblia, o verso de Walt Whitman, que habría que llegar hasta ti, Cazador! (…) Maestro, quise llegar a usted con música, la que amó en su juventud, ¡traer el sonido de los instrumentos de cuerda!, sentirlos flotar en el espacio de la nave central de este monasterio, llenar los pequeños rincones del recinto sagrado, ¡la última casa de los Jesuitas expulsados de América! También pensé en las flores, despertarlo con el aroma embriagante e inasible de un manojo de gardenias, pero… preferí el silencio, estar de pie, al lado de su morada, sin perturbar la tranquilidad de su madre que lo acompaña, ante su memoria, en busca de su luz.
Maestro, ¡apóstol de la “Patria Grande”! en esta hora larga americana, todavía en medio de la pena que causa ver morir a miles por una pandemia que nos amenaza con un virus que no cesa de mutar, los adoradores del “Becerro de oro”, los dueños de las guerras y de los rumores de guerras, los honorables lores de la muerte, los mismos que martirizaron la América de su juventud. Siguen en la guerra, y ahora, apoyados en las corporaciones mediáticas, aplican descaradamente el control más efectivo de la dictadura, niegan el acceso a la información para acusar a otros de ser el “mal radical” y justificar con sus narrativas falsas la puesta en peligro de exterminio de la vida.
Don Pedro Henríquez, soñador de la “utopía de América”, promotor de la “patria de la justicia”, del continente de la paz. Los dueños de la “Estatua de la libertad”, convertida en esfinge sobre los pueblos del mundo, junto a los hijos de Excalibur, operan como siameses del terror, con “patente de corso” de la OTAN y de la Unión Europea, no dejan los “juegos” de la guerra, y desde un sutil totalitarismo, singularizado por la palabra “democracia” como significante vacío, la convierten en justificación para provocarla y usarla como “institución central” de un novedoso “campo de exterminio” de los pueblos que se resisten, ahora atizan el odio en Ucrania, provocan la escalada se apoyan en la industria armamentística para producir muertos de forma industrial y millones de dólares, de euros y rublos como producto final.
Maestro de la unidad y emancipación espiritual de Latinoamérica, que fijaste el canon clásico de la América hispánica, enseñaste que “se logra la independencia intelectual y no la subordinación cultural”, incansable luchador antiimperialista. Apóstol de la Patria Grande, ahora, en un ambiente mundial hegemonizado, Inglaterra, los EEUU y la Unión Europea presionan a los gobiernos latinoamericanos para alinearlos a sus políticas y para que dejen de clamar la paz para Rusia y Ucrania, convirtiéndolos también en cómplices del odio que hace realidad la predicción bíblica que dice: “…y buscaran la paz y no la hallaran” (…) Peregrino de América, se cumplen tus palabras: “Europa apenas nos ofrece ya otra cosa que confusión y desconcierto. El río se ha vuelto turbio desde la fuente. Y, fracasada Europa, hemos descubierto que los Estados Unidos tienen muy poco de suyo que enseñar (…)”.
Las corporaciones mediáticas olvidaron el destino que guarda el cambio climático antropogénico y la sexta extinción de especies para el planeta, sin embargo, no dejan de publicar las narrativas que exacerban el aborrecimiento, y sin hablar de la producción de miles de muertos que ya alcanza la industria bélica, anuncian el envío de sumas billonarias y la entrega de armas ofensivas y más mercenarios a la Ucrania devastada. El aumento de la escalada ha puesto sobre la mesa y en la punta de los misiles, la ojiva nuclear. Mientras tanto la destrucción de los grandes campos de trigo de Eurasia y los efectos de la anomalía climática sobre la producción agrícola y pecuaria en el resto del mundo, amenazan la comida de las poblaciones. Los que oyen con atención ya escuchan la voz de uno que monta un caballo negro con una balanza en la mano que dice: “Un litro de trigo por un denario, y tres litros de cebada por un denario, y no dañes el aceite y el vino”.